viernes, 13 de julio de 2012

Poema Whitmaniaco II


Han reclamado por nuestro verdadero camino, las montañas poderosas y los ríos fluyentes desmembrando piedra  a piedra el sentido,


Sigilosos pasos de Dios por el sonido, reclaman, aunque Dios nunca haya dejado de existir en el amor eterno de la Nada por nosotros ¡Moloch, Moloch le gritan!

Reclaman las estatuas de animales y su verdor

Reclaman los caballos bebiendo negras aguas del pantano

Reclaman los halcones parados en el fin de la razón

Reclaman los niños varones que follan y viven su amor.

Tormentosas palabras bajan con el río, con el viento

Acribillado, como Lorca, en las hojas reencarnadas.

Miremos antes de escuchar, el sonido y su color cautivo

Siglos enteros recorren el aire

Tan bellos cielos, hermosas colinas y mil jinetes mapuches contra el fragor occidental

Parejas tomadas de la mano subiendo al árbol de la trinidad

Copa, tronco, raíces, diez veces.

El agua, tan misteriosa sonrisa dibujada en el óleo azul por alas de gaviotas

¿Quién diría: Fernando sale al mundo y conquista el corazón de los estetas?

Hombres maravillosos cuya vida es adjetivo

Inmensamente inmortales

Señores de los secretos, lastimosos políticos

Aún sin poder comprender amamos con odio este mal tan placentero; No olvidan la muerte que nunca han sufrido,

Lo saben con el viento frío que viene de los polos en la caricia del amante

¡Oh hermosa fealdad tan bella en las caricias!

Gigantes emociones, explosivos corazones  y luces de neón, ciudades atestadas de bruñidos culos y vaginas dispuestas a ceder

El mundo entero para mi, TODO, ansioso y ebrio, Nada se escapa bajo sus lamentos de placer

La gloria infinita se derrama en mi corazón

Amarlos no podría

Pero odiarlos es mi amor

¡Oh, El camino polvoriento que deseo de los hombres!

Mi camino de tierra que tiembla ante el paso del carro

¡Oh placer, oh disfrute! He besado a Moloch

El instante en que cae una gota desde el pétalo de la rosa es el momento más grande , más abierto, mostrando el clítoris temblando de placer.

 

Miren mis intestinos, señores,

Los ofrezco para adivinar vuestro futuro

Yo los quiero, yo los amo cuando reclaman

Y sus voces calan mis ojos, y mis rodillas caen al suelo para revolcarme en lodo, no estoy loco, no.

Ustedes brillan en los tugurios marcados de fuego, seáis vagos, putas, niños, pero inocentes, con vuestros cuerpos de marfil y bronce: Americanos, Orientales, Europeos, Africanos. El mundo de Eliot.

Sus ropas son inútiles a mi comprensión, yo veo tras sus corazones el latir compulsivo de todas la fuerzas circundantes. El aliento entra en mi en forma de cúspide, tan altas pirámides duermen para anunciar la nueva vida... donde yacemos ahogados en oro, durmiendo en algún bar, seguiremos,

Seguiremos siendo bellos en nuestra fealdad ¡Moloch, Moloch, el ser es imperfecto!

Señores feos, gordos, bonitos, flacos, locos y cuerdos

El mundo entero para mí, para ti,

Dame el bastón que posees y con dos bastones conquistaré el alma atribulada de aquellos que no ven el camino a la perdición

Beban, callen

Y olviden que algún día tuvieron nombres.


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