viernes, 21 de diciembre de 2012

POEMAS VARIOS PESSOA-HETERÓNIMOS


Álvaro de Campos

Opiario
(…) Creo que no ha valido la pena ir
A Oriente y haber visto la India y China.
La tierra es muy pequeña y parecida
Y hay una sola manera de vivir.

Por eso tomo opio. Es un remedio.
Soy un convaleciente del Momento.
Vivo en los bajos del pensamiento
Y ver pasar la Vida me da tedio.

(…) me gustaría tener creencia y dinero,
Ser como tanta gente insípida que vi.
Hoy, al final, nada más soy aquí,
Que, en un barco cualquiera, un pasajero.

(…) pertenezco a una modalidad de portugueses
Que después de quedar la India descubierta
Quedaron sin trabajo. La muerte es cosa cierta.
He pensado en esto ya en muchas ocasiones

(…) Y al final, lo que yo quiero es sólo fe, y algo de calma,
Y no tener esas sensaciones tan confusas.
¡Que acabe Dios con esto! Abran esclusas-
Y basta de comedias en mi alma!

Fernando Pessoa
Los tres tipos de artistas
1)      El artista para quien el arte es una necesidad casi física, directa, como son las de comer y beber. Para éste el arte es una función vital.
2)      El artista para quien el arte es un refugio, un modo de olvidar la vida; como un narcótico, un vicio cualquiera, un alcohol.
3)      El artista para quien el arte es una tarea, una misión que se ha de cumplir.
Al primer tipo pertenecen hombres como Shelley, Byron –como los “románticos” en general.
Al segundo tipo pertenecen hombres como Verlaine, Baudelaire, y otros semejantes ( incluir a Maupassant)
Al tercer tipo pertenecen los grandes creadores como Milton.


Vicente Guedes  y Bernardo Soares
Amar es cansarse de estar solo: es, por lo tanto, una cobardía y una traición a nosotros mismos (importa soberanamente que no amemos nunca)

La poesía es el estado rítmico del pensamiento.

Adoramos la perfección porque no podemos tenerla; si la tuviéramos, nos repugnaría. Lo perfecto es inhumano porque lo humano es imperfecto.

Necesitar dominar a los otros es necesitar de los otros. El jefe es un ser dependiente.


sábado, 8 de diciembre de 2012

Stella Díaz Varín 2 poemas


Profecía
Las grandes ausencias amenazan
Cuando los sirlos
Esos bellos pájaros
Emigran
Y la lejanía hiere sus alas
El hombre no lo sabe
Porque duerme
Oculto por causa de la luz Para no prever la muerte.
Entrega el dominio de sus sueños
Y emancipa el caos
Y pierde el poder
sobre su propio río
que lo recorre en longitud.
Los abismos se acercan
Y las múltiples aguas
Devienen creaturas de espanto.

Uncido al gran anillo
Olvidará su trayectoria astral
su fecundidad perecedera.

Ocurrió
Que cerró las pupilas ante la luz
Y no estuvo más allá
De las cosas presentes
Ni creó una analogía superior
a la distancia entre dos astros
Ni escuchó el soberano mandamiento
De crear al hombre verdadero.

Olvidado en el tiempo
Aún persistirá en creer
que fue un símil de su conciencia.

De los dones previsibles (1992)



Del pecado su símbolo

Amor,
Yo he mancillado las entrañas del árbol.
Las golondrinas volaron del alero
Hacia extraños veranos.
Amor,
No repitas la plegaria del árbol
Ni me digas amante

El silencio del agua, desde el límite
De tu absurda presencia,
Desparramó la ausencia de mis huecas palabras.

Maldigo entre las sombras,  el espejo
Que copia de mi boca su mueca descarnada,
Y el polvo de mis huesos se mece en sus trigales
Y de insomnio, ríe el alma.

Si he mancillado el árbol en su efigie
Y bebo del licor de la amapola en su cráneo de mieles,
Si he hundido mi violento meditar inaudito.
En el cielo de brumas que me cubre las sienes,
Si el huerto se estremece de mi propio cadáver,
Si el fuego me circunda,
Si he bebido el veneno de mi celeste arteria,
qué podría ofrecerte?

Después que fui contigo junto al Apocalipsis,
Se trastocó de hieles mi copa rebosante,
Y después el andar, y el andar y después
La muerte con su muerte.

No. Ya no podría serte.
¿No ves que la muralla, y el abismo y la hoguera
Me separan del  alma?

Amor, no repitas la plegaria del árbol
Que me quema los ojos una lágrima tuya
Y he de vencer la absurda fortaleza del llanto.

Amor,
No repitas la plegaria del árbol
Ni me digas amante.

De Razón de mi ser ( 1949)