martes, 13 de septiembre de 2011


Eduardo Molina
Cabellera de paso

Stella Díaz Varín y Eduardo Molina

Tu cabellera que te ata al encaje en movimiento de los sueños
Como una chispa al contacto del amor y la muerte
Forma de la simplicidad y del misterio
Tu cabellera desgarrada desgarrante
Tu cabellera como el ojo fulgurante del asesino perseguido
Tu cabellera de tesoros transparentes
Tu cabellera que represa las grandes avalanchas
Tu cabellera mojada de veleros chorreantes de luces terrestres
Tu cabellera como un pájaro enredado en el misterio
Tu cabellera como un ejército de nidos
Tu cabellera habitada por eclipses y vidrios insondables
Tu cabellera marítima salpicada de soles y alas mojadas en el misterio
De olas con ojos vendados y alas pensantes
Tu cabellera plantada de árboles y nadadores de prestigio
Tu cabellera que nutre recuerdos y alas profecías
Tu cabellera de llena de corazones electrizados y mares encantados
Tu cabellera de ojos fascinados y manos delirantes
Tu cabellera loba y prostituta
Tu cabellera cópula y ósculo
Tu cabellera como la camisa nupcial de las mareas
Tu cabellera como el clamor de los desamparados
Tu cabellera que abre y cierra sus puertas según las flores
Abren y cierran los ojos y entran o salen los días y las noches
Y tú te duermes o te despiertas
Tu cabellera cambia de temperatura a cada instante


Cambia de eco en eco y de secreto en secreto
Cambia de amante y de cielo
Tu cabellera de arenas movedizas donde las cosas se sumergen y reaparecen transfiguradas
Tu cabellera espectral y fosforescente
Rodeada de ángeles satélites y algunas flores hipnotizadas
Tu cabellera de dulce magnetismo atrae los pastores perdidos en el horizonte
Las hadas errantes sin una diáfana flor por bello domicilio
Tu cabellera desplegada para la lúcida natación de las videntes y de las golondrinas
Raptora de niños para su lirio de aguas encantadas
Tu cabellera que yo prefiero al cielo y sus elementos
Tu cabellera como una larga calle iluminada en el misterio
Por donde yo me alejo del mundo para siempre
Tu eres semejante a un bello número de fuegos desencadenados
Derramada escritura del amor sobre la tierra opresora.


Tomado de la revista Total N°1 de Vicente Huidobro. Verano 1936


1 comentario:

  1. Que bien sienta una copa de vino y este poema. Me ha ayudado a hacer la digestión del alma. Muchas gracias Fernando, un abrazo sincero Russo

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