Eduardo
Molina
Cabellera
de paso
Stella
Díaz Varín y Eduardo Molina
Tu cabellera que
te ata al encaje en movimiento de los sueños
Como una chispa
al contacto del amor y la muerte
Forma de la
simplicidad y del misterio
Tu cabellera
desgarrada desgarrante
Tu cabellera como
el ojo fulgurante del asesino perseguido
Tu cabellera de
tesoros transparentes
Tu cabellera que
represa las grandes avalanchas
Tu cabellera
mojada de veleros chorreantes de luces terrestres
Tu cabellera como
un pájaro enredado en el misterio
Tu cabellera como
un ejército de nidos
Tu cabellera
habitada por eclipses y vidrios insondables
Tu cabellera
marítima salpicada de soles y alas mojadas en el misterio
De olas con ojos
vendados y alas pensantes
Tu cabellera
plantada de árboles y nadadores de prestigio
Tu cabellera que
nutre recuerdos y alas profecías
Tu cabellera de
llena de corazones electrizados y mares encantados
Tu cabellera de
ojos fascinados y manos delirantes
Tu cabellera loba
y prostituta
Tu cabellera
cópula y ósculo
Tu cabellera como
la camisa nupcial de las mareas
Tu cabellera como
el clamor de los desamparados
Tu cabellera que
abre y cierra sus puertas según las flores
Abren y cierran
los ojos y entran o salen los días y las noches
Y tú te duermes
o te despiertas
Tu cabellera
cambia de temperatura a cada instante
Cambia de eco en
eco y de secreto en secreto
Cambia de amante
y de cielo
Tu cabellera de
arenas movedizas donde las cosas se sumergen y reaparecen
transfiguradas
Tu cabellera
espectral y fosforescente
Rodeada de
ángeles satélites y algunas flores hipnotizadas
Tu cabellera de
dulce magnetismo atrae los pastores perdidos en el horizonte
Las hadas
errantes sin una diáfana flor por bello domicilio
Tu cabellera
desplegada para la lúcida natación de las videntes y de las
golondrinas
Raptora de niños
para su lirio de aguas encantadas
Tu cabellera que
yo prefiero al cielo y sus elementos
Tu cabellera como
una larga calle iluminada en el misterio
Por donde yo me
alejo del mundo para siempre
Tu eres semejante
a un bello número de fuegos desencadenados
Derramada
escritura del amor sobre la tierra opresora.
Tomado
de la revista Total N°1 de Vicente Huidobro. Verano 1936
Que bien sienta una copa de vino y este poema. Me ha ayudado a hacer la digestión del alma. Muchas gracias Fernando, un abrazo sincero Russo
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