jueves, 1 de septiembre de 2011


Braulio Arenas


Mandrágora
Cáceres y cerezos.
En la piscina Gómez.
Teófilo de pianista.
Braulio en el dormitorio.
Era un candor de fuego.



Fe de erratas

Donde dice: nogal, hay que leer: esfinge.
Donde dice: tres cuartos, hay que leer: un cuarto para tres.
Donde dice: medianoche, hay que leer: mediodía.
Donde dice paraguas, hay que leer: hasta las últimas consecuencias.
Donde dice: coléricas manifestaciones, hay que leer: porque en estos escritos estará su voz, su pensamiento…
Donde dice: callejuela, hay que leer: alcancía.



Marcianitos

Hace años, se le atribuía a los marcianos un odio patológico por el planeta Tierra, y no había noche sin que los terráqueos se acostaran pensando si aquélla no sería la noche de la invasión. Se me ha informado que tal cosa sucedía por esos mismos días, en Marte, y todos los marcianos les atribuían a los terráqueos un odio patológico por su planeta.
No había noche en que ellos se acostaran pensando que no verían el día de mañana, pues los hombres llegarían con sus bombas atómicas y con su smog, para destruirlos a todos, sin perdonar siquiera a los marcianitos de pecho.


El demonio

Y a la mañana siguiente, cuando el caballero
No se despertó, el demonio no se había ido.


Fantasmas deshidratados

Los sesos, sí, señor, los sesos,
Las pestañas y el disfraz de Louis XV,
Los pájaros se enloquecen,
Arrastran selvas como anteojos,
El vislumbre de la espina dorsal,
Los huesos de las piernas,
La corbata y un fantasma tejido,
El gato salobre tejido,
La mujer en el siglo XX,
Y con acordes nupciales,
Ya a punto de saltar a la garrocha.

  
De La Mandrágora y otros libros.

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