Los Vigilantes
I.
Aún
late en mi boca
El beso de la reina
II.
Ardía
la nave pentágono
Con sus
ubres dispuestas
Sobre
las torturantes lomas
De la
cordillera media.
III.
Para alimentar líricamente
con su
delirio de mantra leche a
tres
Escarnios
San París
y Kundalini
IV.
Partían se dirigían hacia Rancagua
el sitio
de los potros y potrancas sagradas
donde
ocurriría la última hecatombe
de las
mentes más cosmopolitas de
la poesía
alienígena
V.
Rumores aplastaban la cabeza
De varios
viajantes
Los
vigilantes
Y San
París llegaría tarde
Como
vaticinio sentencia sacrificio
De su
fijación sádico intestinal
VI.
Fernando hervía a fuego lento
En la
marmita poética
Daniel
realizaba libaciones
Apollinaireanas
de tanto en tanto
Y Pía
tomaba la identidad de un
Rimbaud
serenense y meditabundo
VII.
La lluvia aplastó a nuestros poetas
El cielo
eyaculaba sobre ellos
Y los
otros alienígenas todavía no llegaban
Todos
sabían que el verdadero duelo
Era entre
los de la nave pentágono
Y el resto de los
alienígenas
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